¿Las Landas son monótonas? Un solo día aquí te convencerá de que nada podría estar más lejos de la verdad. “Les Landes” son como se escriben: plurales, con carácter fuerte. Explorar este territorio es una aventura sorprendente.
Decididamente rojo y blanco
El gran Dax
A un paso de la arena dorada, este destino, conocido desde la antigüedad, vive al ritmo del Adour. Termas, museos, grandes parques, calles peatonales, bancos efímeros, arenas y, sobre todo, ferias… el espíritu del suroeste se concentra aquí y difunde incansablemente sus preceptos.
Totalmente verde
El valle del Adour
En el cruce del País Vasco, las montañas de Bearn y las playas de las Landas: el País de Orthe y Arrigans. Frecuentada por el hombre desde el principio de los tiempos, sus tierras contienen historia. Sitios prehistóricos excepcionales y abadías únicas forman un patrimonio precioso. Puerta de entrada temporal, este país es testigo de la posible armonía entre historia y tradiciones, pasado y horizonte.
Valores ecológicos anclados
En la tierra de Seignanx
A partir de aquí, las montañas vascas se revelan un poco más y acentúan su magnetismo. Sin embargo, muchos descubrimientos esperan a los curiosos que se detengan en el interior de Seignanx. Paisajes ondulantes, un entrelazamiento de ríos, una diversidad vegetal cautivadora, un terroir delicioso. Este territorio forja su insolente generosidad sobre los valores ecológicos que sus habitantes defienden alto y claro.
Y más al norte
Parque Natural de las Landas de Gascuña
En esta dirección las distancias se miden en minutos y los aromas de las coníferas son un compañero de viaje. Un viaje en trampantojo donde el inmenso pinar esconde sus secretos: innumerables estanques, pueblos con encanto sellado, casas ancestrales con entramado de madera, un Parque Natural de las Landas de Gascuña único… en su interior, el santo grial, Marquèze. Un canto a la autenticidad.